Mientras lee este reportaje, piense en que para fabricar cada página se han necesitado aproximadamente 10 litros de agua. Sólo el papel, sin contar la tinta para imprimir el texto y las imágenes. Si lee mientras degusta un café, sume 140 litros más de agua; 75, si toma una caña de cerveza. ¿Cómo va vestido? Unos tejanos y una camiseta de algodón equivalen a más de 10.000 litros. 

No se trata de un error. No sólo gastamos agua en la cocina, la ducha, al hacer la colada o lavar el coche. Todos nuestros bienes de consumo, desde el teléfono móvil hasta las sábanas de la cama, necesitan una cantidad ingente de agua para ser producidos. Esta agua no se ve, por eso se la llama “virtual”. Cuando se dice, por ejemplo, que un kilo de carne de ternera implica un gasto de unos 15.400 litros de agua, no sólo se refiere a la que ha sido necesaria para los cultivos para la alimentación del animal y a la que ha bebido este a lo largo de su vida. También cuenta la que se invierte en la elaboración, empaquetado y transporte de esa carne hasta la nevera del supermercado. Si procede de Argentina, pongamos por caso, el consumidor estará influyendo indirectamente en el sistema hídrico de ese país. 

Publicado en el Magazine de La Vanguardia en mayo de 2014

Ganador del Premio Periodístico ATLL del Agua 2014

Puedes leer el reportaje aquí

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